Friday, March 31, 2006

Política anticícllica

Política Anticíclica

Escrito por Jonathan Heath
26.08.2001

Debido a las diferentes crisis que se han suscitado en México, es muy claro que la clase más afectada es la baja. Por ello, se deben de aplicar colchones de ahorro y mecanismos compensatorios.Pero para aplicar una política anticíclica, se debe de tener una disciplina fiscal.

Publicado en Reforma el 28 de agosto de 2001



La segunda recomendación del “Disenso de Washington” para obtener equidad con crecimiento en los países latinoamericanos es atemperar los efectos cíclicos de expansión y colapso en la economía. Se necesita una política de blindaje permanente ya que la inestabilidad es particularmente onerosa para los pobres.
México ha estado sujeto a crisis recurrentes que impiden el crecimiento sostenido, provocan desempleo, generan alta inflación y merman el poder adquisitivo de la población. El segmento de la población más afectada es el más pobre, el que menos puede protegerse. Dado que las crisis han sido muchas y frecuentes, los efectos negativos se multiplicaron con el tiempo. El resultado es que después de tres décadas de inestabilidad, tenemos una sociedad mucho más inequitativa y con una proporción mayor de pobres.
Los vaivenes económicos perjudican mucho más a los que menos tienen. Por ejemplo, se ha encontrado que muchos jóvenes que abandonan la escuela en tiempos difíciles jamás regresan, lo que hace que los efectos negativos de una crisis temporal sean permanentes para los estratos más bajos. Por lo mismo, si queremos construir una sociedad más equitativa es imperativo buscar fórmulas para evitar las crisis profundas y atemperar los efectos cíclicos de expansión y recesión en la economía. Estas políticas no pueden ser imprevisibles ni improvisadas. Más bien deben establecerse reglas precisas para construir colchones de ahorros en tiempos buenos y mecanismos compensatorios en tiempos desfavorables.
Sin embargo, no es factible aplicar políticas anticíclicas partiendo de una base de indisciplina fiscal. Si el gobierno tiene déficit continuos y un nivel sustancial de endeudamiento, los pagos de interés representan una proporción creciente del gasto público. Esto le resta margen de maniobra para fondear adecuadamente los colchones en tiempos de expansión y ejerce presión al alza en las tasas de interés en tiempos de recesión.
La recesión actual es la primera en treinta años que no se ha dado en el contexto de una elevada inestabilidad. En otros momentos, la inflación ha mermado el poder adquisitivo, provocado un aumento extraordinario en las tasas de interés y causado una depreciación sustancial en el tipo de cambio. Esto ha dificultado el proceso de planeación de las empresas, en especial las pequeñas que no tienen la sofisticación necesaria. No solamente cierra por completo el acceso al crédito, sino que aumenta la probabilidad de caer en el incumplimiento de pagos. Esto termina por quebrar más empresas y aumentar la pérdida de empleos. Los pobres son los más afectados ya que son los primeros en perder sus puestos de trabajo y los que no tienen la posibilidad de protegerse mediante la apreciación de sus activos reales y financieros.
En el transcurso de la segunda mitad del sexenio pasado, el gobierno aprovechó la expansión económica para reducir el nivel de la deuda pública externa, alargar el periodo de su amortización y refinanciarla con menores tasas de interés. Al mismo tiempo, buscó con anticipación los financiamientos adecuados y líneas de contingencia para tiempos más difíciles. A través de la política de “blindaje financiero” estableció las condiciones necesarias para evitar un desprendimiento de otra crisis sexenal. Al final de cuentas no pudo evitar la recesión, ya que estamos muy atados al ciclo económico de los Estados Unidos. Sin embargo, el precio que se ha pagado ahora es una fracción de lo que tuvimos que pagar en otros tiempos.
A pesar de que se han perdido un número significativo de empleos, la estabilidad ha atemperado los efectos negativos sobre la mayoría de la población. El problema actual está más enfocado a los afectados directos, es decir, los que han perdido sus fuentes de trabajo y no han logrado encontrar otro empleo. Afortunadamente, es una proporción menor de la sociedad, en especial comparada con otros momentos difíciles. La inestabilidad actúa como un multiplicador al llevar los efectos nocivos al resto de la población. Por lo mismo, lo primero que necesitamos hacer es institucionalizar las políticas de blindaje y los esfuerzos para evitar situaciones de crisis.
Para este propósito México no arranca de cero. La autonomía del Banco de México y su consolidación en los últimos años ha implantado la disciplina monetaria necesaria para abatir la inflación. Esto nos ha permitido tener las tasas de interés más bajas prácticamente del último medio siglo. El fondo de estabilización del precio del petróleo es otro buen ejemplo de ahorro en tiempos de bonanza para afrontar las pérdidas en los periodos adversos. Sin embargo, su aplicación ha sido muy limitada por sus reglas poco agresivas en tiempos de bonanza. El único año que se aprovechó para acumular recursos financieros fue el pasado, cuando el promedio del precio de la mezcla mexicana rebasó 24 dólares en el año.
Deberíamos anteponer un precio promedio de referencia mucho más reducido, digamos de 14 dólares por barril, para establecer los ingresos disponibles para financiar el gasto ordinario. Siempre y cuando el precio esté por arriba de esta referencia, se acumulan los ingresos excedentes en el fondo. Posteriormente se deberían establecer reglas más flexibles para su utilización, que esté atado no solamente a momentos de menores precios de petróleo, sino también a periodos de recesión económica.
Uno de los sectores más vulnerables a la volatilidad económica es el financiero. En tiempos de recesión disminuyen la liquidez y la posibilidad de pago, en especial de las empresas pequeñas. Si la crisis económica se extiende al sistema bancario, el costo permanece muchos años después de iniciado el periodo de recuperación. A pesar de que la internacionalización del sistema bancario levanta voces de nacionalismo, el ingreso de bancos extranjeros de primera línea fortalece la estabilidad y provee mayor elasticidad al sistema. Estos bancos traen consigo prácticas más seguras, acceso a capitales externos y a mayor liquidez. Suelen manejarse con normas regulatorias más estrictas y traen consigo una supervisión de sus países de origen.
La utilización de políticas anticíclicas fue promovida por los keynesianos a partir de la década de los treinta del siglo pasado. Sin embargo, hemos aprendido mucho en los últimos 60 años para aplicarlas ahora en formas mucho más efectivas.

1 Comments:

At 1:42 PM, Blogger Rodolfo Reyes López said...

mestro por favor enviar el tema de política económica al correo mary_chuy15@hotmail.com

 

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