Thursday, October 12, 2006

Diferencia entre liberalismo y neoliberalismo
La diferencia principal que se le atribuye con respecto al liberalismo clásico es que en éste se sacraliza el mercado hasta el punto de considerarlo el motor del progreso humano. En el liberalismo económico se entiende que el libre comercio y las leyes del mercado deben ser salvaguardadas para que la mano invisible pueda gobernar en interés de todos. El neoliberalismo, en cambio, va más allá. Las leyes de los países deben plegarse al mercado y no al revés. El poder político no debe, según ellos, tener influencia alguna en los movimientos de capital y los negocios de las multinacionales, aunque ello vaya en detrimento del propio país que lo permite. Así pues, a diferencia del liberalismo el neoliberalismo rechaza de plano cualquier política intervencionista y social que regule en lo más mínimo a las transacciones internacionales. Se opone a cualquier medida proteccionista y exige la privatización de las empresas públicas como único camino ya que el neoliberalismo presupone que los hechos han demostrado la invalidez de las medidas intervencionistas y propugna que el interés particular de cada individuo y su competición con sus vecinos hará que la sociedad se mueva sola hacia el interés común de ésta. Se puede decir que si el liberalismo es una ideología socioeconómica permeable a la crítica y abierta a cambios, el neoliberalismo es casi una creencia ciega en unos dogmas que, por fuerza, han de llevar a la sociedad por el buen camino. De modo que para el neoliberalismo no hay alternativa posible a su sistema.


Historia del neoliberalismo
Antecedentes
Esta corriente liberal extrema surgió como contrapunto al
keynesianismo en el contexto más convulso del siglo XX. El keynesianismo, llamado así por su principal valedor John Maynard Keynes, propugnaba la temporal intervención del estado para resolver los problemas de desempleo. Con la Primera Guerra Mundial y la Depresion de 1929 se perdió la confianza en la doctrina liberal. De forma paralela surgió el auge de los fascismos, anunciados como solución a los fallos del capitalismo. Así mismo, parecía dar razones al comunismo ya que Rusia no se vio tan afectada por la crisis al ser éste un régimen de economía planificada. La burguesía que se sustententaba ideológicamente en el liberalismo y el librecambismo en seguida vio con buenos ojos la solución fascista al problema liberal ya que parecía ser la única alternativa buena para preservar sus negocios y privilegios ante el avance de los socialismos, ya que el fascismo si bien es fuertemente intervencionista no es anticapitalista y defiende férreamente la división clasista de la sociedad. En el mundo obrero el acogimiento estuvo más repartido entre ambas corrientes. Siendo Alemania un caso único al desaparecer de ella casi toda la conflictividad obrera y volcarse su ciudadanía al completo en torno al Führer.
El delicado equilibrio de fuerzas entre los dos bloques antagónicos,
fascismo y comunismo, acabó por estallar durante la segunda guerra mundial. El resultado de la invasión nazi de la Rusia soviética supone el descrédito final y definitivo del fascismo desde el momento en que empieza a sufrir derrotas militares de manos de quienes ellos suponían inferiores.
El resurgimiento del modelo
Ante el nuevo mapa político que se dibuja tras la toma de
Berlín a manos del Ejército Rojo empieza a resurgir la idea de oponerse de forma clara y visceral a la planificación económica del Gosplan soviético. Empieza la guerra fría y en ese contexto se traza el mapa del Nuevo Orden. Así mismo tras la guerra mundial se reinstaura el libre mercado y las reglas del cambio monetario. Amparado por la primera potencia mundial el plan neoliberal se irá imponiendo progresivamente hasta el dominio actual.
El neoliberalismo empieza a construirse en los años cuarenta con importantes ideólogos, como
Friedrich Hayek o Milton Friedman partidarios de la escuela austríaca de economía, que revitalizan la ideología liberal con los nuevos ingredientes de la lucha contra el comunismo y cualquier movimiento de izquierda amparándose en la lucha contra la intervención tanto del Estado como de cualquier estamento de sociedad en el mercado capitalista. Pero no logra expresarse hasta las crisis de los años 70 desencadenadas, fundamentalmente, por la crisis del petróleo del año 1973. Se dice que el estado es el problema, no la solución. Durante esa década EE.UU. abortará los intentos transformadores de Chile promoviendo el golpe de estado por parte de Augusto Pinochet. Siguiendo la máxima neoliberal de que ningún estado debe anteponerse a los intereses empresariales Kissinger, en 1973, dirá: "No podemos dejar que Chile se vuelva marxista porque su pueblo sea irresponsable".
Esta nueva doctrina liberal alcanzará su plenitud durante los
años 1980 con la llegada de Ronald Reagan y Margaret Thatcher al poder en EE.UU. y el Reino Unido respectivamente. Ambos se centraron en la única piedra que detenía el avance de sus ideas, el Bloque soviético. El avance del neoliberalismo en Europa se detenía en el Atlántico propiciado, sobre todo, por la siempre presente espada de Damocles del comunismo. Es en esos años cuando Francis Fukuyama lanzará su famosa cita de el fin de la historia. Pero no será hasta la década de los 90, con el desmantelamiento de la URSS, cuando, por fin, esta ideología observe su máxima expansión a lo largo de todo el globo. Las socialdemocracias europeas instaladas, hasta entonces, como contrapeso social, pero liberal a la vez, sufrirán retrocesos en el estado del bienestar una vez que la amenaza comunista ha desaparecido. Se preconiza que el neoliberalismo es la solución a todos los problemas pero pronto surgen las primeras dificultades.
La era de la información
El siglo XXI amanece con lo que muchos analistas de mercado denominan como la nueva economía. Los
sociólogos lo llamarán globalización. En realidad se trata de la irrupción de las nuevas tecnologías de la información (Internet, telefonía móvil, etc). El resultado es que las transacciones ya no se realizan a mano sino que todo ocurre y sucede a través de kilométricas y extensas redes de cables y satélites. Ello propicia el engaño digital, el maquillaje de las cuentas, la ocultación de las pérdidas y la ingeniería fiscal para vender falsos beneficios a los nuevos accionistas, más inexpertos e impulsivos. También es ahora más fácil la evasión de impuestos y la ocultación de capitales bajo el amparo de los nuevos paraísos fiscales. Así mismo también surgen multitud de empresas que no existen físicamente en la realidad sino que hacen negocios enteramente por la red. Son las llamadas empresas punto com. Sus salidas a bolsa son, muchas veces espectaculares, sin ni siquiera haber obtenido beneficio alguno aún. Muchos economistas vaticinan grandes éxitos para este nuevo tipo de economía virtual.
Pero la globalización afecta no solo en el plano económico sino también a todos los niveles y no siempre desfavorablemente. El conocimiento se difunde con mayor fluidez y las relaciones entre diferentes culturas se aceleran tendiéndose a una homogeneización de las sociedades. Las críticas surgen en las prisas de unos por globalizar el
libre mercado y la lentitud en hacer lo mismo con los derechos humanos. Desde los ámbitos más liberales se alega que los derechos humanos vienen después, una vez la sociedad entra en el libre mercado y que no hace falta, por tanto adoptar mayores medidas al respecto que coarten la libertad empresarial en esos países. La globalización del conocimiento tendrá también efectos positivos para los movimientos antiliberales ya que les permitirá, en adelante, globalizar sus protestas. Así es como surgirá paralelamente el movimiento antiglobalización.
Crisis del modelo y movimientos antiglobalización
En
Asia y América Latina se prueban experimentos desastrosos. El caso Argentino o el de Malasia y Corea son buenos ejemplos pues en todos ellos el estado se ve obligado a volver a políticas más intervencionistas para salvar sus economías interiores. A pesar de todo el retroceso social continúa hasta nuestros días. Por su parte, África sigue sumida en un mar de pobreza más profundo cada vez.
Sin el bloque antagónico que lo frenaba, la nueva doctrina pretende hacerse con el poder mundial haciendo uso cuando es menester de la nueva hegemonía militar estadounidense.
Ante este panorama, muchos movimientos sociales alzarán la voz cada vez con más frecuencia. Primero había sido la crisis en
Japón, que aún perdura. Luego sufrían los Tigres Asiáticos, Argentina, Venezuela, y otros países latinoamericanos. Las críticas desde los ámbitos sociales crecían y el año 1999 en la reunión de la OMC en Seattle estalla el movimiento antiglobalización, contestatario de las reformas neoliberales. Desde dichos sectores se acusa al neoliberalismo de ser un modelo ligado a los intereses de la política estadounidense, de no tener en cuenta los derechos humanos y de empobrecer más las economías de los países del tercer mundo.
En el 2000, se produce la denominada
Guerra del agua en Cochabamba- Bolivia contra la gestión corporativa de la multinacional Bechtol. Durante el año 2001 el hundimiento de la burbuja tecnológica y los valores de empresas como Amazon o Terra se ve rematado por el atentado de las torres gemelas el 11 de septiembre del 2001. Wall Street cierra durante unos días, algo inaudito que paraliza buena parte de las finanzas mundiales.
El ciclo de crisis continúa hasta nuestros días con la
bancarrota de Enron y el escándalo en Arthur Andersen, la quiebra de Parmalat así como de otras empresas que habían manipulado sus cuentas para hacerse más atractivas en bolsa. Durante esos días se acuña la expresión de manzanas podridas o bad apples para referirse a las empresas que una tras otras van quebrando por cuentas falseadas.
La situación actual
Tras todas estas dificultades de la nueva economía, ésta pierde peso y se vuelve más la mirada hacia unos viejos recursos, que son más importantes y sobre todo más tangibles que el mundo de
Internet: el petróleo y el gas natural. En los EE.UU., el nuevo presidente Bush, amparándose en la lucha contra el terrorismo, retrae el país hacia una posición mucho más conservadora. Tras las guerras de Afganistán e Irak, EE.UU. pone nuevas bases en Oriente Medio y en el centro de Asia asegurándose el suministro de los preciados recursos de la zona.
La nueva política obliga a dejar en paz a países enemigos del modelo neoliberal como Venezuela y, hasta cierto punto, Cuba, siempre y cuando aseguren el suministro de recursos. Debido a esto, a los nuevos ideólogos de este tipo de políticas se le tiende a llamar neocons o
neoconservadores en vez de neoliberales. Esto es porque se les acusa de ser, además de liberales, militaristas.

El liberalismo es una corriente de pensamiento en lo filosofico, social, económico y de acción política, que promueve las libertades individuales y el límite máximo del poder coactivo de los gobiernos sobre los seres humanos. Aboga principalmente por:
El desarrollo de la libertad individual y, a partir de ésta, por el progreso de la sociedad; y,
El establecimiento de un Estado de Derecho, en el que todos los seres humanos –incluyendo aquellos que en cada momento formen parte del Gobierno– estén sometidos al mismo marco mínimo de leyes.
Historia
Se considera el origen en el siglo XVII, en este caso a
John Locke como el primer pensador liberal, siendo su segundo Tratado sobre el Gobierno Civil la obra seminal de esta ideología. David Hume y los economistas clásicos como Adam Smith y David Ricardo continuaron esta línea de pensamiento, especialmente en lo que se refiere al librecambismo.
En cuanto a la política, la ideología liberal encuentra sus bases en
Montesquieu y en los padres fundadores americanos; parte del hecho de que no hay personas ni sistemas perfectos, y por lo tanto, el Estado debe ser un conjunto de pesas y balanzas en el que se contrapesen los distintos poderes que ostenta sobre el individuo, para que ninguno pueda devenir en tiranía.
Por tanto, según la teoría liberal, el Estado debe seguir una filosofía de mínima intervención, o laissez faire (en francés, "dejar hacer"). Esta se sustenta de un lado en la convicción de que cada individuo buscará lo mejor para sí mismo, y del otro en que las relaciones sociales surgidas de este modo tenderán a beneficiar a todos, siendo la labor del Estado corregir los casos en que esto último no se cumpla. Los
Críticos del Liberalismo suelen insistir en que la segunda premisa pocas veces se cumple, ya que a menudo algunos individuos logran beneficiarse a costa del resto de la sociedad.

Liberalismo social y liberalismo económico
En las formulaciones del liberalismo, es frecuente que se admita la necesidad de algunas restricciones a la libertad individual, para salvaguardar los derechos fundamentales de otros individuos. Ahora bien, como no todo el mundo considera fundamentales los mismos derechos, dependiendo de cuál sea la
jerarquía de derechos, unos pensadores o agentes están a favor de unas regulaciones y otros de otras. En general, se suele diferenciar entre liberalismo social y liberalismo económico, si bien esta distinción es poco nítida y arbitraria.
El liberalismo social defiende la no intromisión del estado o de los colectivos en la conducta privada de los ciudadanos y en sus relaciones sociales no-mercantiles, admitiendo grandes cotas de libertad de expresión y religiosa, los diferentes tipos de relaciones sexuales consentidas, el consumo de drogas, etc. Sin embargo sus detractores objetan el hecho de que no considera valores más allá de la propia voluntad, como los valores religiosos o tradicionales.
El liberalismo económico defiende la no intromisión del estado en las relaciones mercantiles entre los ciudadanos (reduciendo los impuestos a su mínima expresión y eliminando cualquier regulación sobre comercio, producción, condiciones de trabajo, etc.), sacrificando toda protección a "débiles" (subsidios de desempleo, pensiones públicas, beneficencia pública) o "fuertes" (aranceles, subsidios a la producción, etc.). La impopularidad de reducir la protección de los más desfavorecidos lleva a los liberales a alegar que resulta perjudicial también para ellos, porque entorpece el crecimiento, y reduce las oportunidades de ascenso y el estímulo a los emprendedores. Los críticos, por el contrario, consideran que el Estado puede intervenir precisamente fomentando estos ámbitos en el seno de los grupos más desfavorecidos. El liberalismo económico tiende a ser identificado con el
capitalismo, aunque este no tiene por qué ser necesariamente liberal, ni el liberalismo tiene por qué llevar a un sistema capitalista. Por ello muchas críticas al capitalismo son trasladadas falazmente al liberalismo.
En la discusión filosófica teórica actual, se suele dar el caso de que un pensador coincida a la vez con las posturas del liberalismo social y el liberalismo económico. En la práctica política, es raro que coincidan. En general, el intervencionismo económico y el liberalismo social son característicos de la
socialdemocracia y el eurocomunismo mientras que el liberalismo económico y el control social son más característicos del llamado neoliberalismo económico, pero la práctica real de la política obliga a atender a muchas circunstancias, aparte de la propia ideología. Otras políticas, como el comunismo leninista (especialmente en la época de Stalin) y la autarquía franquista combinaban el intervencionismo económico con un rígido control social. También se dan casos de que un mismo grupo de presión pida unas medidas económicas liberales y otras intervencionistas. Por ejemplo, un sector industrial puede reclamar libre circulación de bienes y servicios dentro de un mercado, pero una fuerte protección frente a productores de fuera del país.

OBJETIVOS DEL LIBERALISMO

1.- Objetivos políticos del liberalismo.

La soberanía. Entendida como el traslado del poder al pueblo, anteriormente en manos del monarca quien lo ejercía de manera absoluta. El pueblo confiere ese poder a sus representantes quienes elaboraran una constitución que será la nueva soberana.

La división de poderes. La doctrina liberal considera a la división del poder público un principio fundamental que complementa al de soberanía popular. Al dividir el poder se cumple un doble propósito, establecer un sistema de equilibrios y evitar la concentración del poder en un individuo o grupo evitando el abuso en su aplicación.

El establecimiento de límites al poder de la autoridad. Estos límites están establecidos en las facultades que la Ley otorga a la Autoridad, pudiendo a partir de este principio establecer los derechos del particular frente al Estado. (la autoridad solo puede hacer lo que le esta facultado por la Ley).

El establecimiento de derechos del particular frente al Estado. Uno de los objetivos màs claros del liberalismo es la defensa de los derechos naturales del hombre frente a la autoridad del Estado. Estos derechos fundamentales, de que todo hombre esta dotado por la naturaleza son:
IGUALDAD ANTE LA LEY. Entendida como la desaparición de privilegios de clase (fuero) considerando a todos los individuos como iguales a pesar de su condición social y económica. Esto se traduce en igualdad de oportunidades de ascenso en la escala social.
DERECHO A LA PROPIEDAD. El liberalismo esta en estrecha relación con el capitalismo, razòn que explica la defensa de la propiedad.
LIBERTAD. El liberalismo considera que el hombre debe tener la libertad de expresar sus ideas, creencias religiosos, transitar por donde desee, etc., teniendo como ùnico lìmite el respeto al derecho e integridad de los demàs.
DERECHO A LA VIDA Y LA FELICIDAD. El derecho natural màs elemental es el derecho a la vida y a la felicidad. Para lograr esto ùltimo el sistema liberal cree establecer las condiciones necesarias a travès de la igualdad de oportunidades para lograr triunfos econòmicos y de ascenso social.

La practica de la democracia. Principio que confiere al ciudadano comùn el derecho de participar en los asuntos públicos que tienen relaciòn con la confirmaciòn del poder pùblico.

2.- Objetivos económicos del liberalismo.

En el orden econòmico el liberalismo se apoya en tres premisas básicas tomadas del fisiocracia francesa y enriquecidas màs tarde por Adam Smith y otro economistas considerados clàsicos en asusntos econòmicos:
DEJAR HACER. Esto implica libertada para producir, para vender, para contratar y ser contratado, para transportar vinos y productos, etc.

DEJAR PASAR. Esto es libertad para importar y exportar no solo productos sino tambièn tecnología, capitales y equipos ligados a la producción.

EL ESTADO. Debe ser un mero guardian del orden pùblico, que de seguridad a la propiedad privada y que a travès de sus acciones pueda crear las condiciones para lograr riqueza y prosperidad, sin intervenir directamente en los procesos econòmicos, ya que esto alteraria las Leyes naturales que rigen al capitalismo.

3.- Objetivos sociales del liberalismo.

La igualdad ante la Ley se convierte en el propòsito esencial en los planteamientos liberales en materia social, ya que el cumplimiento de este principio de acuerdo a los planteamientos del liberalismo clásico, da la oportunidad al individuo de lograr riqueza, prosperidad y felicidad.
LIBERALISMO SOCIAL
El liberalismo ante el siglo XXI

Libertad, tolerancia, responsabilidad, justicia social e igualdad. Estos son, indudablemente, los principios básicos de una sociedad civilizada y constituyen, también, los valores centrales del Liberalismo. No fue casualidad que apreciaran ordenados por primera vez en el Manifiesto Liberal, lanzado al mundo por el primer Congreso de la Internacional Liberal celebrado en Oxford en mil novecientos cuarenta y siete, con la participación de diecinueve países; y en una época en que un socialismo autoritario aún cuestionaba los principios democráticos hoy casi universalmente admitidos.

Ahora, cincuenta años más tarde, la misma Internacional Liberal (ya con un importante número de asociados de los cinco continentes ) va a celebrar, de nuevo en Oxford, su LI Congreso para debatir las respuestas liberales a los problemas a que hoy nos enfrentamos y a las oportunidades que se nos ofrecen. Inspirados por los fundadores que hace 50 años supieron dar una respuesta a los ideales de quienes creían en el individuo y en la sociedad civil abierta, se trata ahora de alumbrar el Manifiesto Liberal para el siglo XXI, cuyos principios resulten eficaces para encarar los retos de las décadas venideras respetando siempre, como fórmula mágica, un cuidado equilibrio entre respeto a los derechos humanos, sociedad civil fuerte y abierta, mercado libre y estado democrático.

Unió Mallorquina, en su calidad de miembro contacto de la Internacional Liberal con la que desde hace algunos años viene manteniendo una fluida relación, ha sido invitada a participar en la redacción de dicho Manifiesto. Cada nueva generación debe redefinir, dentro del ideario liberal, las prioridades en función de los retos y los problemas, en constante evolución, con que se encuentra y de las posibilidades en que cuenta para hacerles frente. Nuestra tarea, junto a otros grupos liberales, es la de buscar y encontrar respuestas políticas a aquellos retos, capaces de preservar (ante todo) y promover, después, aquellos derechos humanos, aquella libertad, aquella democracia. No es suficiente proclamarlos; en esa tarea coincidirán liberales con otros idearios políticos; hace falta, también y sobre todo, hallar las fórmulas políticas que permitan seguir poniéndolas en práctica pese a la confusión producida por el
constante incremento de los problemas que rodean a la comunidad humana.

Al alba del siglo XXI se hace necesario contraer ciertos compromisos fundamentales; citemos, entre otros, el estímulo de la creatividad, el fomento de la responsabilidad compartida, el respeto a la diversidad de opiniones y culturas, precisamente porque nuestra época es testigo de masificación, de egoísmo y de intolerancia en grado que nunca antes se había alcanzado; también el rechazo a la acumulación de poder, siempre proclive al interés de esa o aquella minoría en detrimento de intereses más generales.

Es, también, necesario encontrar los puntos de equilibrio entre la necesidad de mantener un mercado global abierto y la de evitar que siga creciendo la distancia entre países ricos y países pobres; entre el indiscutible derecho a la vida y la superpoblación que provoca la pobreza y la degradación del medio ambiente; entre la expansión del mercado y la sobreexplotación de los recursos naturales; entre el derecho inalienable a buscar una vida mejor, y la necesidad de preservar la paz social. Son retos que demandan dosis especiales de imaginación y generosidad, es cierto, pero no mayor que la que aportaron quienes supieron trocar la miseria de los pueblos de nuestro continente, de mil novecientos cuarenta y cinco, en la Unión Europea de hoy. Pero que demandan, más aún, una gran dosis de sentido común y de sensibilidad de quienes disponen de los medios para hacerlo, ante la certeza de que serían -serán, si no lo hacen- los mayores perjudicados, los que más perderán.

La aportación de Unió Mallorquina al Manifiesto Liberal del siglo XXI ha incidido especialmente en las nuevas tecnologías y avances de la informática, que deben ampliar la posibilidad de participación y consulta a los ciudadanos, mejorando su intervención en las tomas de decisiones de los gobiernos. Y, por supuesto, en el incremento de la protección del medio ambiente y en la potenciación de la defensa de la pluralidad de lenguas y culturas, en la seguridad de que ello habrá de contribuir, necesariamente, el enriquecimiento del patrimonio cultural de la Humanidad.

0 Comments:

Post a Comment

<< Home